Buen panorama por delante
(17/03/2008, Pondicherry, India)
La Vida es tan diversa como impredecible, tiene tantos matices como sorpresas te puede dar, por eso me declaro admirador, amante, alumno e incluso curioso ante élla...
La Vida me hizo venir a India sin saber muy bien a qué venía, persiguiendo la idea lejana de creer que aquí encontraría algo que daría un nuevo rumbo tanto a mi vida como a mi carrera profesional...
Aún con fe inmensa en que algo así ocurriría, recorriendo lugares conocidos aquí en India, disfrutando de lo que un día me gustó de este país, sentía en mi ánimo un “¿qué hago yo aquí?”, un desánimo ante lo que me rodeaba que me hacía pensar que algo había cambiado dentro de mi...
Éstos son los ciclos altibajos que convierten a la Vida en una lucha constante por el crecimiento personal y la superación de problemas que un día parecerán pequeños... y que sin los cuales la Vida nunca llegaría a tener un sentido pleno, nunca parecería un camino de aprendizaje en el que uno se ha de ir puliendo poco a poco para un día parecer un viejo sabio...
Así también la vida se reserva sus sorpresas para el momento oportuno en el que otra lección tiene que ser aprendida, dejar Delhi y Varanasi a un lado, lo conocido, y llegar a Kolkata, lo desconocido, supuso la suerte de encontrar una de esas gratas sorpresas que la Vida le reserva a uno para el momento preciso...
Tenía el contacto de una paisana del País Vasco que conocí hace unas semanas y que también estaría en Kolkata en las mismas fechas en las que yo pasaría por la ciudad, Andrea había organizado un “mision trip”, o un viaje de trabajo mal traducido, en el que ella junto con otros 10 quiroprácticos de todo el mundo iban a estar una semana recolocando columnas y huesos en general en barriadas humildes del distrito de Kolkata.
Una vez en la ciudad después de 27 absurdas horas de tren (suelen ser 12), pude ponerme en contacto con Andrea para lo que sería el primer contacto en un día repleto de buenas energías, me invitaron a cenar y a conocer el equipo de 11 compuesto por 4 japoneses, 4 franceses, 1 norteamericana, 1 nueva celandesa (o como se diga) y la vasca susodicha..., al día siguiente les acompañaría para poder ver qué es lo que hacían 11 profesionales en una semana...
Mi tren a Chennai salía a las 23.45 así que tenía por delante todo el día y el propósito de disfrutar con lo que me encontrase, y lo que me encontré fue a mi mismo haciendo lo que hace tiempo no hacía, y más me ha llenado siempre viajando por el mundo, me encontré interactuando directamente con las gentes propias del lugar, con los propietarios de humildes carteras y grandes sonrisas, con niños radiantes de ilusión por que un día todo será mejor...
El día fue fantástico, ver cómo trabajaban paciente a paciente, barrio a barrio... compartir de algún modo, aunque no de forma implícitamente activa, la gota en el océano que supone el trabajo de estos nuevos amigos, me hizo dar un giro anímico y cambiar de chip en un viaje que venía siendo raro...
No creo haber hecho nada por esa gente más que haber sido ese blanco extravagante con la cámara que viene de visita y se deja marear por los niños del barrio, pero simplemente eso me devuelve a mi camino, me recuerda los días en Etiopía haciendo negocios entre las angostas callejuelas del mercato, los días en Wukro con el padre Angel Olaran en los que cada noche después de cenar íbamos de visita a las modestas casas de los huérfanos de los que Angel se encarga...
Esos días en los que la realidad del mundo en todas sus vertientes estaba ante mi de la forma más explicita posible, en los que las propias victimas del sistema mundial me mostraban sus consecuencias, los días en los que lo más seguro era que aprendiera algo nuevo...
Por eso doy gracias a la Vida por ponerme a Andrea en mi camino, por encontrar una amiga comprometida y realizadora en lo que yo siempre he pensado que debería ser mi camino, por eso doy gracias a Andrea por compartir conmigo su pequeño aporte al mundo, ¡Gracias!
El día pasó y mi rumbo tenía que seguir su marcado ritmo hacia Pondicherry, hacia el encuentro con otros 2 grandes amigos del camino, Alberto, al que junto a Francoise también he de agradecer que me acojan en su casa, y Walter, a quien espero ver mañana en la comunidad de Auroville...
En este pequeño lugar en el mapa marco una pausa en el itinerario, hay algo que la Vida quiere que aprenda antes de emprender otro gran periplo por lo largo y ancho de este mundo....